El latín vulgar dio origen a un idioma autóctono que se habló en la actual Ribera de Navarra y en el este del territorio, el llamado “romance navarro”. Aunque hay discusión acerca de su naturaleza, ya que algunos como González Ollé lo identifican como idioma propio de transición entre el aragonés y el castellano, la opinión más extendida es que se trataría de una variedad del navarro-aragonés, lengua que llegó a ser usada, además de en Navarra, en buena parte de Aragón y en la actual Rioja. Resto y heredero de este último idioma es el actual “aragonés” o “fabla”, vivo todavía en los valles pirenaicos aragoneses.
El romance navarro se utilizó en nuestra tierra entre los siglos X y XVII, adquiriendo su mayor relevancia a partir del siglo XIII, especialmente en el XIV, ya que fue la lengua oficial de la corte y la cancillería real navarras. Ya desde la primera mitad del siglo XIII se toma al romance navarro como lengua propia del Reino, frente al latín de los documentos y al euskara hablado por la mayoría de la población navarra. En este idioma está escrita la mayoría de la documentación oficial de esa época como, por ejemplo, el Fuero General de Navarra y los amelloramientos al texto foral.
Posiblemente, también en este idioma (no en romance castellano) están escritas las célebres glosas emilianenses de finales del siglo X y comienzos del XI. En aquel tiempo, el monasterio de San Millán de Suso, en San Millán de la Cogolla (La Rioja), lugar en el que fueron redactadas las mencionadas glosas, pertenecía territorial, cultural y políticamente a Navarra y, por ello, los monjes copistas que anotaron al margen de los libros en latín que manejaban la traducción al idioma vulgar de la zona (eso son las glosas), lo hicieron en su idioma, en romance navarro.
La glosa más larga dice lo siguiente:
Con o aiutorio de nuestro dueno Christo, dueno salbatore, qual dueno get ena honore et qual duenno tienet ela mandatione con o patre con o spiritu sancto en os sieculos de lo siecu los. Facanos Deus Omnipotes tal serbitio fere ke denante ela sua face gaudioso segamus. Amen. |
(Traducción castellana: Con la ayuda de nuestro Señor Cristo, Señor Salvador, Señor que está en el honor y Señor que tiene el mandato con el Padre con el Espíritu Santo en los siglos de los siglos. Háganos Dios omnipotente hacer tal servicio que delante de su faz gozosos seamos. Amén.)
Como curiosidad, en estas mismas glosas emilianenses aparecen las primeras palabras vascas escritas no epigráficas (es decir, aparte de las halladas en las inscripciones) de que se tiene noticia, señal de que ese era también el idioma del monje que las escribió: içioqui dugu, guec ajutu eç dugu.
A este idioma, al romance navarro, hace referencia solemne el rey Carlos III el día 1 3 de febrero de 1390, cuando, al iniciar su reinado, se dirige a los «homes bonos» de las villas con asiento en las Cortes: «… in quadam cedulla scripta in ydiomate Nauarre terre … Nos Carlos por la gracia de Dios, Rey de Navarra… juramos a nuestro pueblo de Navarra, es assaber, prelados, ricos-hombres, cavailleros, hombres de buenas villas … todos lures fueros…».
A partir del siglo XV comienza un fenómeno de contaminación del romance navarro por el castellano, lo que culminará con la completa sustitución de aquél por éste una vez producida la invasión y conquista española de Navarra en el siglo XVI.
Muy poco tiempo después, en Navarra ya no quedaba noticia de la que había sido la lengua del reino. Como ejemplo de este fenómeno, está el hecho de que en los certámenes literarios celebrados en Pamplona en 1609 y 1610 se admitían poesías en euskara y en castellano, sin ninguna mención al, hasta hacía poco, idioma oficial.
De aquel idioma romance navarro, evolución autóctona del latín vulgar, no nos quedan más que algunas palabras y muy pocas características verbales en el castellano que hablamos aquí en la actualidad.
El nombre de nuestro pueblo en romance navarro era Carcastieillo y Carcastiello.
Un ejemplo de cómo sería aquella lengua es el siguiente extracto del Fuero General de Navarra:
“Fo primeramente establido por fuero en Espayna de rey alçar pora siempre, porque ningún rey que yamás serié non les podiesse ser malo, pues que conceyllo, ço es, pueblo, lo alçavan et li davan lo que eyllos avían et ganavan de los moros. Primero, que lis iurás, antes que lo alçassen, sobre la Cruç et los Evangelios, que los tuviés a dreyto et les mellorás siempre lures fueros et non lis apeorás … E, si pora ventura, aveniesse cosa que fuesse rey ome d’otra tierra o de estranio lenguage, que no lis aduxisse en exa tierra más de V, ni en bayllía ni en servicio del rey, omes estranios de otra tierra. E que rey ninguno no ouiés poder nunquas de fer cort senes conseyllo de XII ricos omes o XII de los más ancianos savios de la tierra”.
Para saber más acerca de este tema, es interesante leer
- “En torno a la problemática lingüística de la Navarra medieval“, de Ricardo Cierbide Martiarena.
- “El romance navarro antiguo: onomástica medieval navarra de los siglos X al XV“, de Ricardo Ciérvide.
- “El romance navarro“, de Fernando González Ollé
- “Reconocimiento del romance navarro bajo Carllos II (1350)“, de Fernando González Ollé
- “Evolución y castellanización del romance navarro“, de Fernando González Ollé
- “La función de Leire en la génesis y difusión del romance navarro“, de Fernando González Ollé
- “La desaparición del romance navarro y el proceso de castellanización“, de Jesús Neira Martínez
- “Aportación al estudio gráfico y fonético del romance navarro, primer tercio del s. XIII“, de Carmela Pérez-Salazar Resano
Evolución del idioma navarro-aragonés a través del tiempo.
Evolución lingüística en la península Ibérica a través del tiempo.